Los Labios
“Hay oro y muchas perlas, pero un objeto precioso son los labios de conocimiento.” Mishlé (Proverbios) 20:15
Echemos un vistazo a la ciencia y a la filosofía para ver que nos dicen respecto al conocimiento y cómo encaja y se desarrolla en cada ser humano. La epistemología es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar la naturaleza, el origen y la validez del conocimiento. La palabra epistemología está compuesta por las palabras griegas “episteme” que significa conocimiento, y “logos” que traduce “estudio” o “ciencia”. Para ello toma en cuenta factores históricos, sociales y psicológicos con el objeto de determinar el proceso de construcción del conocimiento, su justificación y veracidad. La epistemología surgió en la antigua Grecia con filósofos como Platón, quien oponía el concepto de creencia u opinión al conocimiento. Sin embargo, fue hasta el Renacimiento que se comenzó a desarrollar como tal el termino epistemología, cuando grandes pensadores como Galileo Galilei, Johannes Kepler, Rene Descartes, Isaac Newton, John Locke e Immanuel Kant, entre otros, se dedicaron a analizar los fenómenos científicos y su veracidad a partir del conocimiento.
La ciencia nos direcciona con respecto al conocimiento ya que podemos encontrar varios tipos de ellos:
Conocimiento a priori; es introspectivo cuya experiencia no es verificable.
Conocimiento a posteriori; este surge a través de una experiencia y dicha experiencia es validada como un aprendizaje.
Conocimiento filosófico; este es reflexivo, especula sobre la realidad y el diálogo. Busca la comprensión del ser y estar del sujeto. Racional, analítico, totalizador, critico e histórico, en la totalidad de su propio análisis.
Conocimiento empírico; está determinado a ser parte de su propia experiencia palpable. Aunque surge de experiencias concretas encontramos todo un abanico de valores culturales en torno al sujeto.
Conocimiento científico; es producto de una investigación, el cual implica un proceso sistemático y metódico. Este conocimiento es demostrable y verificable.
Conocimiento teológico; su base se enfoca en un conjunto de valores y creencias que se desencadena desde un punto de vista espiritual.
Ahora vamos a chequear la palabra conocimiento desde la óptica hebrea, veamos que nos cuentan sus enigmáticos códigos escondidos en la palabra ידע - yedá (conocimiento). Al sumar los valores de cada letra hemos obtenido un valor gemátrico de 3. El Zohar nos dice que nuestra Santa Torá fue entregada el tercer mes del año judío (a partir del que nos hicimos un pueblo). Este pueblo escogido cuenta con tres grupos: Cohen, Levy e Israel. Moshe era el tercer hijo de su familia después de Aarón. Si comprimimos nuestra Torá veremos tres grandes porciones: los cinco Libros de Moshe, los Nebiím (Profetas) y los Ketubim (Hagiógrafos). Encontramos también en el número 3 los tres grandes Patriarcas; Abraham, Itzjak y Yaacob. Tres grandes e insoslayables factores intervienen para traer a la existencia una nueva criatura: el hombre, la mujer y el Eterno que la crea y la modela con Sus propias manos… El espacio-tiempo toma precedencia en la existencia humana, ya que ella está regida por tres grandes dimensiones: pasado, presente y futuro. Con respecto a los colores, como todos conocemos, encontramos los tres colores primarios: amarillo, azul y rojo y de ellos se derivan todos los colores secundarios, terciarios y así sucesivamente. Los tres estados del hombre: cuerpo, mente y espíritu. Los ángeles que diariamente alaban al Eterno y cantan tres veces: Kadosh, Kadosh, Kadosh (Santo, Santo, Santo). Por tanto vemos como el número 3 de la palabra yedá (conocimiento) consolida intrínsecamente la acción y el hecho de lo que está detrás de este proverbio
El Proverbio también nos habla que “…un objeto precioso son los labios de conocimiento.” Y ¿Cómo es esto? ¿Qué tiene que ver la boca con el conocimiento? Según nuestra Santa Tora, los Profetas y el Asofer Hamaljutí o Código Real tiene mucho que ver. Una vez que un mandamiento o un pensamiento que desciende de la supra-mente del Creador se posa en la mente del ser humano; éste bajará a las cuerdas vocales, como las cuerdas del arpa a punto de ejecutar el gran concierto que descendió de lo Alto, y ser escuchado por todos aquellos que el cielo determine. Y así multiplicarlo y exponenciarlo como alimento espiritual para todo aquel que tiene hambre y sed de Su Palabra Eterna.
Vayamos a la práctica y emulemos las Escrituras. El Eterno nos enseña desde el mismo hecho creativo, partiendo de la creación de los mundos, una poderosa enseñanza para aplicarla en nuestras vidas, donde la cotidianidad se viste de la esencia de la energía poderosa que el Eterno le ha placido compartir contigo y conmigo.
“Y dijo Di-s: Haya luz y hubo luz.” Bereshit (Génesis) 1:3
El Eterno, que es bueno, nos enseña y nos deja ver en este contundente pasaje de Bereshit el gran poder de la boca. Es un sonido que trasciende no sólo el espacio-tiempo, ya que estamos regidos por el pasado, presente y futuro que determinan el nacimiento, la vida y la muerte de la humanidad. Pero el Eterno nos invita que nos adentremos más allá de las limitaciones del espacio-tiempo, y como está escrito, Él nos pide que no nos conformemos a este mundo, a este espacio, a esta dimensión, sino que entremos en las dimensiones que nos llevan a caminar en la Eternidad donde todo fue hecho. Justo en este lugar nuestro Padre Celestial condujo a sus valientes justos y los llevó a alcanzar las lugares más sublimes, los cuales tú también puedes conquistar.
Refresquemos algunos pasajes de esta enseñanza que nos legó nuestro Padre Celestial en este maravilloso manual de vida para toda la humanidad, donde toda la creación altera las leyes que le rigen al sonido de una voz, y que hoy debe ser tu voz. Nuestro Santo Ribi, Yehoshúa Hamashiaj, ordenó a los vientos y al mar que se callaran:
“Y él despertando reprendió el viento y las aguas encrespadas, y cesaron y se hizo bonanza inmediatamente.” Hilel (Lucas) 8:24
Elías ordenó al fuego descender y encender la ofrenda a Hashem:
“¡Respóndeme, Eterno, respóndeme! Para que sepa este pueblo que Tú, el Eterno, eres Di-s; entonces Tú harás tornar a su corazón que estaba hacia atrás. Entonces cayó un fuego del Eterno, y consumió el holocausto, los leños, las piedras y el polvo; y al agua que estaba en las zanja, absorbió. Vio todo el pueblo, se postraron sobre sus rostros, y dijeron: ¡El Eterno, Él es Di-s! ¡El Eterno, Él es Di-s!” 1a Melajim (Reyes) 18:37-39
Yehoshúa ordenó al sol y a la luna detenerse y aconteció. Y así pare de contar cómo las leyes naturales obedecen a la voz de un mortal. Dicho de otra manera, lo sobrenatural para los hombres de Di-s se vuelve natural y toda la creación obedecerá al sonido de tu voz.
Atrévete y no tengas miedo a nada, ni a nadie, a ninguna enfermedad, ni siquiera a los grandes problemas…recuerda que tenemos a alguien más grande que cualquier problema y que cualquier enfermedad y el poder te fue dado de lo alto y es tu voz, tu boca, tus labios donde se esconde el Poder que el Eterno depositó y llenó de Su conocimiento y nos dio de beber el néctar celestial más dulce que la miel que es nuestra Santa Tora.
“Mis labios pronunciarán alabanza, pues Tú me has enseñado Tus estatutos.” Tehilim (Salmos) 119:171
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